Aunque la popularidad de Oporto eclipsa a otras muchas ciudades del norte de Portugal, si dispones de tiempo, no dudes en acercarte a Matosinhos, Aveiro, Guimaraes, Braga, Braganza o Viana do Castelo. Nosotros visitamos las tres primeras y la verdad es que son 3 escapadas perfectas desde Oporto. Son completamente diferentes y le darán una buena diversidad a tu viaje, pero si tienes que elegir por falta de tiempo o ganas, me quedaría con Guimaraes. Te contamos y tú decides. ¿Te parece?
Matosinhos: playas y marisco a unos minutos de Oporto
Matosinhos, a unos 30 minutos de Oporto en coche, es conocida por su deliciosa gastronomía y sus playas. Empieza la mañana por el Puerto Pesquero, donde podrás ver los barcos de pesca y los pescadores descargando sus capturas. Luego puedes acercarte al Mercado Municipal, donde podrás encontrar una gran variedad de productos frescos y locales, desde pescado y marisco hasta frutas y verduras. Nos llamó la atención ver animales vivos: gallinas, conejos… Vamos, que de la frescura cabe poca duda.
También puedes visitar el Parque de Ciudad de Velasquez, un espacio verde con estanque y zonas de picnic. Y terminar el día caminando por el paseo marítimo hasta llegar a la playa, una de las más grandes y populares de la zona con numerosos cafés y restaurantes en los que tomar algo junto al mar.
Para comer hay muchas marisquerías. Nosotros comimos realmente bien en Marisquería Antiga, en el centro de Matosinhos, aunque el personal es algo estirado y no demasiado servicial. Tampoco terminamos de entender que se llevaran la cabeza y la raspa de nuestro pescado. ¡Con lo que nos gusta el chuperreteo! Eso sí, todo realmente bueno y de mucha calidad. Acorde a los altos precios que se pagan.






Aveiro: la ciudad de los canales portuguesa
¡Qué daño le ha hecho el apodo de la Venecia portuguesa! Son decenas de personas las que se agolpan en los «canales» de Aveiro esperando a los famosos moliceiros, unas pequeñas góndolas que antaño servían para el transporte de sal y algas. Y aunque es verdad que sus formas y decoraciones son preciosas, la ciudad tiene mucho más que ofrecer: antiguos almacenes, llamativas fachadas de estilo Art Nouveau, pasarelas, edificios históricos como la iglesia de la Misericordia o la catedral o Sé de Aveiro y un magnífico Museo. La iglesia interior me recordó a la de San Antonio en Lagos, una sorpresa totalmente inesperada. Todo ello queda en segundo plano, casi sin visitantes, convirtiéndose en un refugio perfecto para huir de las multitudes que llenan los canales.
Si vienes buscando las famosas casas de rayas de colores, siento decepcionarte. No están en Aveiro, sino en la Playa de Costa Nova, a unos kilómetros. Pero si lo que quieres es bucear un poco más en esta ciudad, no dejes de comprar algo de artesanía en A Minha Terra, comer en alguno de sus restaurantes tradicionales como O Moliceiro, una casa de comida sencilla con buena materia prima, elaboraciones tradicionales, jarras de vino y mucho cariño. Hasta allí nos llevó el agradable dueño de Bacalao & Afins, al que pedimos consejo cuando nos dijo que no tenía ni una mesa libre.
Después, sigue disfrutando de los cafés portugueses y ni se te ocurra venirte sin probar los Ovos Moles, un dulce de yema de huevo, almendra y azúcar. Se pueden encontrar en todas partes de la ciudad, pero te recomendamos especialmente los de Pastelaria e Confetaira Ramos, una de las más antiguas de la ciudad.






Guimarães: la escapada obligatoria desde Oporto
Guimarães es la ciudad que nos encandiló. Pequeña, coqueta, animada, elegante y llena de arte. Una ciudad muy agradable para caminar y disfrutar del ambiente histórico y cultural. La próxima vez nos quedaremos a dormir para disfrutarla más. Mucha gente la visita en una mañana y la tarde se la dedica a Braga, pero nos gustó tanto y nos apetecía tan poco correr, que dejamos Braga para otra ocasión.
Hay muchos lugares interesantes para visitar en Guimarães como el Castillo, el magnífico Museo o la curiosa Zona de Cuoros, que aunque está en desuso y obviamente poco tiene que ver ya con las Curtidurías de Fez, nos recordó mucho y te da una magnífica idea de cómo se trabajó. Centrándonos en la gastronomía nos hubiese encantado comer en Le Babachris, pero como este viaje fue algo improvisado y el estómago iba ya algo lleno a estas alturas, nos dejamos caer en una de esas tabernas que tanto nos gustan, Tasquinha Tio Julio. Un rincón sencillo y disfrutón. Asegúrate de probar su bocadillo estrella, el Prego Julio.
Y en el postre íbamos a tiro hecho porque con las recomendaciones de Jorge Guitian siempre se acierta. ¡Qué repostería tiene Portugal! Si me vuelve loca a mi que no soy dulcera… En Guimaraes nos permitimos dos lujos: una Torta de Guimaraes de la Confeitaria Clarinha, en la plaza del Toural y un café en el Café Milenario. ¡Ay! En estos sitios sí que se le toma el pulso a Portugal. ¡Qué maravilla! Hubiese parado el reloj allí, en esas sillitas de madera, con los parroquianos charlando y jugando al dominó. ¡Qué lujos más baratos! Si tu estómago da para más, igual te apetezca probar también el Toucinho-do-céu y las Douradinhas, los otros dos dulces estrella de la ciudad.
Y para terminar el día queríamos subir al Miradouro Penha, pero un error en un cruce nos llevó a una de las puestas de sol más bonitas del viaje. Con el despiste acabamos en el Santuário de São Bento das Peras, en Vizela. Un rincón muy especial lleno de jardines y tranquilidad y una pequeña plataforma donde disfrutar aún más con la puesta de sol. Un broche perfecto para terminar el día y el viaje.





Deja una respuesta