Aunque los tres días que dedicamos a nuestra escapada al País Vasco francés dan para mucho, te recomendaríamos, al menos, cuatro. Si además vas en verano y quieres algo de playa o si pretendes visitar productores y granjas, ve sumando. Situado en la parte norte del País Vasco, el País Vasco francés o Iparralde (que significa norte en euskera) goza de una herencia vasca muy arraigada como podrás ver en sus edificios y en algunas tradiciones. No hay pueblo que no cuente con un frontón o «trinquet». Su gastronomía es exquisita y sus paisajes también. Es una zona que te va a cautivar.

Día 1: Bayonne, la capital del País Vasco francés
SI no has desayunado, puedes empezar en Coffee Muxu (3 Rue des Gouverneurs) con una oferta estupenda elaborada con productos de agricultura biológica. Con el estómago lleno lo suyo es dirigirse al Casco Viejo, donde podrás callejear sin descanso y ver el Castillo Viejo o la Catedral de Santa María. No te pierdas el precioso claustro. Suele haber puestos de artesanos en distintas épocas del año. Nosotros compramos un precioso cuchillo-abridor de ostras.
Compras gastronómicas en Bayonne
Alrededor de la catedral hay muchísimas calles comerciales donde comprar vinos, embutidos, conservas, chocolate…
- Pierre Oteiza (70 Rue d’Espagne): no solo vas a encontrarlo en Bayonne, verás las tiendas por todo el sur de Francia. Buenos embutidos. Sus conos de “jambon” para llevar son muy populares.
- La Belle Iloise (35 Rue d’Espagne): también verás sus tiendas en otros pueblos cercanos. Suelen tener degustación de productos. Son riquísimas su caballa con curry y almendras o con mostaza, las sardinas con jamón de Bayona y pimiento de Espelette… y las latas son tan bonitas…

Otra especialidad de la ciudad es el chocolate. Fueron los judíos españoles que se refugiaban en Bayonne huyendo de la Inquisición los que introdujeron el chocolate en Francia. Hoy en día la ciudad está repleta de chocolaterías. Te recomendamos Chocolat Cazenave (19 que Port Neuf) una de las más antiguas de la ciudad. Buen chocolate artesano que sirven con una riquísima chantilly y que puedes acompañar con tostadas brioche y mantequilla. No es nada barato, eso sí. Por cierto, no olvides ir al baño, el edificio es una auténtica preciosidad por dentro, con un entramado de madera espectacular.
Justo frente a Chocolat Cazenave hay una pequeña tienda en la que encontrarás pâtés, riquísimos quesos, vinos… una atención muy agradable. Es bueno dejarse aconsejar.
Dónde comer en Bayonne
Para comer, Bayonne ofrece múltiples opciones. Nosotros nos decantamos por comer en la Brasserie Du Trinquet Saint-André (4 Rue du Jeu de Paume): cocina vasco-francesa tradicional en uno de los frontones más famosos de la ciudad. Un personal muy agradable y un local con personalidad. Pâté casero, Lubina con salsa de chorizo y calabacines al horno y un Bistec súper tierno y con el punto perfecto.
Llevábamos recomendada la Pastelería Mauriac (2 Rue Duport de Suzeye) para tomar su célebre Gâteau de mermelada de cerezas, pero con el almuerzo y el chocolate, fue imposible hacer hueco.
Una buena forma de terminar este día es visitando el tranquilo barrio de Saint-Esprit y sus maravillosos murales y graffitis que te dejarán boquiabierto.






Día 2: Ainoha, Espelette, La Bastida-Clairance
Esta zona no puede faltar en una escapada al País Vasco francés y es que presume de contar con algunos de los pueblos más bonitos de la zona: Sare, Ainoha, Espelette y La Bastida-Clairance. Ya habíamos conocido Sare en una escapada que hicimos al norte de Navarra hace algunos años, en la que también aprovechamos para coger el pintoresco Tren de Larrune y visitar las cuevas de Zugarramurdi.
Comenzamos la ruta por Ainhoa, donde no me importaría deleitarme la próxima vez en el Restaurante Ithurria. El pueblo es muy pequeño, básicamente tiene una calle con casas que son el ejemplo perfecto de la arquitectura local: piedra expuesta en las esquinas, contraventanas de madera en vivos tonos rojos o verdes. También es bonita la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de una sola nave con galerías de madera y el cementerio con lápidas tradicionales de los siglos XVI y XVII.

Continuamos la ruta hasta Espelette y aunque es verdad que es precioso, tanto turismo puede que lo haya convertido en un decorado de cartón-piedra. A pesar de ello, es un excelente lugar para aprovisionarse de productos de la zona: pimiento de Espelette, foie, pâté, embutidos, quesos… Pregunta en la Oficina de Turismo, son muy amables y te aconsejarán qué tiendas son de pequeños productores o qué granjas de los alrededores se pueden visitar. Es una zona a la que venir con tiempo y tranquilidad.
¿Te quedas a comer en el pueblo? El Restaurante Aintza es una buena opción. Tienen carta o un menú cerrado para que te hagas una idea de la gastronomía de la zona. No te pierdas la Axoa de veau d’Espelette, un guiso típico de esta zona elaborado con ternera, cebolla, tomate y pimiento de Espelette.
La guinda del día la pusimos en La Bastida-Clairance donde encontramos poquísima gente y pudimos pasear y descubrir rincones preciosos.



Día 3: Biarritz, Château d’Urtubie, San Juan de Luz, Château Abbadia
En nuestra escapada al País Vasco francés, dedicamos la mañana a Biarritz, la tarde a los dos castillos y mucho menos tiempo del que nos hubiese gustado a San Juan de Luz. Os recomendamos disfrutar Biarritz y San Juan de Luz muy tranquilamente, así que si disponéis de dos días para esta zona sería mucho mejor.
Biarritz: la elegancia y el surf
Biarritz es una curiosa mezcla de espectaculares villas y surfistas. Empezamos parando en el Faro de Biarritz, desde donde hay unas espectaculares vistas de la ciudad y la costa. Si tienes ganas de subir sus 248 peldaños, podrás acceder al mirador. Cerca se encuentra la Iglesia Ortodoxa de la ciudad y el imponente Hôtel Du Palais Biarritz, antigua residencia de la esposa de Napoleón III: la Emperatriz Eugenia de Montijo.
Ya en el centro, lo mejor es aparcar en el Parking del Casino para ver el bonito puerto viejo de Biarritz, con algunas de las pequeñas casas en las que antiguamente vivían los pescadores, las “crampottes», la Iglesia de Santa Eugenia o la espectacular Villa Belza. Al otro lado de la Playa del Puerto Viejo, no hay que perderse la Rocher de la Vierge, todo un símbolo de la ciudad.
Le tenemos echado el ojo a Epoq restaurant, así que no descartamos una segunda escapada al País Vasco francés en breve. Para los amantes del pescado, Chez Albert es una opción muy popular en el puerto. Pero al final, ni uno ni otro, las prisas nos llevaron a tomar una galette y una crêpe en Bleue de Toi, una crêperie-épicerie muy pequeñita que lleva una agradable familia y que ofrece una solución rica y rápida con su menú de mediodía.




Château Abbadia: el castillo observatorio de Hendaya
Este elegante castillo-observatorio fue construido entre 1864 y 1884 por Viollet-Le-Duc para Antoine d’Abbadie, un hombre fascinante, dedicado a múltiples disciplinas, del que aprenderás mucho durante la visita. Los interiores, de inspiración oriental, son muy coloridos y la biblioteca es fascinante.
Si sois comodones o vais cortos de tiempo, aparcad en la rotonda que hay justo antes de llegar, el aparcamiento del castillo está bastante lejos y cuesta arriba. Pero aquí no caben las prisas, merece la pena venir con tiempo a pasar la tarde, por ejemplo, porque además de ser un lugar muy agradable para pasear o relajarse con un libro, se tienen unas fantásticas vistas de toda la costa de Hendaya.

Château d’Urtubie: bonita parada en Urrugne
Ubicado a tres kilómetros de Saint-Jean-de-Luz, el elegante Castillo de Urtubie se construyó en 1341 y luego se amplió en los siglos XVI y XVIII. Se puede visitar el interior, aunque no merece mucho la pena, aquí lo verdaderamente interesante es el parque de 6 hectáreas con un elegante invernadero del siglo XVIII, magnolias, manzanos, rosaledas y un pequeño jardín de plantas medicinales y el exterior del edificio, o al menos es lo que a nosotros más nos gustó.

San Juan de Luz: tradición y encanto
El casco antiguo de San Juan de Luz, lleno de callecitas con tiendas y los edificios tan típicos de la zona, es una monada. Imprescindible el paseo marítimo, junto a la Grande Plage y sus casitas junto a la playa, a muchas de ellas se accede desde el paseo marítimo a través de un puente.
A San Juan de Luz llegamos bastante tarde, con el tiempo suficiente para pasear un poco y practicar uno de nuestros deportes favoritos en esta zona: comprar buen género en una de sus tiendas y llenar la cesta para cenar de picoteo en casa. Para otra ocasión dejamos Ciboure, al otro lado del puerto, célebre por sus marisquerías y por ser el lugar donde nació el compositor Ravel y los deliciosos macarons de Maison Adam, una receta secreta que ha pasado de padres a hijos desde el siglo XII.

Si te quedan unos días de vacaciones después de esta escapada al País Vasco francés, siempre puedes estirarlos en el Norte de España, paseando por las bonitas localidades del País Vasco o si estos días te han sabido a poco y te quedas con más ganas de Francia, te proponemos que conduzcas hacia el norte y en poco más de una hora te encontrarás en Sorts-Hossegor, desde donde podrás disfrutar de estos 11 planes en el Sur de las Landas.
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